El rodeo es tradición y espectáculo
En el mes de julio publiqué una columna “No todo lo que brilla es oro”, que hace referencia a lo inadecuado y antinatural de la idea "eliminar la cuarta carrera en la final nacional”, cuyas razones me parecen absolutamente insostenibles.
Es por todos conocida la campaña del último tiempo llevada en las redes sociales, sobre este tema, con el mayor respeto, muy documentada y que cuenta con un gran apoyo público y de muchísimos campeones de Chile.
También este portal efectuó una encuesta pública con un resultado de más del 70% en contra de tal medida.
Ojalá se llegue a buen puerto y el Consejo Nacional, revoque esta medida y “todos contentos”.
También en el invierno recién pasado en otra columna “Atajada a lo Ruperto”, me refería al modo de jurar actual en que solo se acepta como válida la violencia involucrada en la atajada, para obtener el beneplácito de los puntos buenos, lo que es antirreglamentario porque no se respeta el concepto básico del rodeo que es “detener el novillo” dentro de las banderas, nada más y nada menos.
He visto en todos los rodeos que he asistido este año, que nunca se respeta esta actitud del jinete y su caballo en la atajada, el secretario dice “sin remate”, “sin postura”, “derecho”, en fin.
Esto unido a las “tres vueltas dentro del apiñadero” a lo que desde que se crearon he estado en contra, dan como resultado un pobre espectáculo en cuanto a emoción, riesgo, velocidad, y se premia lo contrario, lo lento y la violencia, absurdo.
Este deporte del rodeo chileno se llama “Corridas de vacas”, no, trote de vacas, ni, caminar de vacas. El nombre implica desde sus inicios en 1860, el concepto de velocidad y adiestramiento del caballo y calidad del jinete.
Se ha efectuado un acuerdo tácito pernicioso, de parte del corredor “se dan tres vueltas en el apiñadero y el novillo sale más lento y puedo marcar”, y de parte de los jurados “es más fácil dar un atajada en que el novillo cae del golpe y no me arriesgo a dar una en velocidad y sin la postura extrema”.
Lo único que se ha ganado con ello son caballos casi sin arreglo a la chilena, sólo golpeadores sin control, jinetes muchos menos técnicos y que gracias a la lentitud del novillo marcan un “saco de puntos”.
Quienes perdimos, el público y el rodeo como espectáculo del campo chileno, que asemeja la encierra de ganado venido de los cerros y campos donde vivían en plena libertad, y eran lobos en extremo por lo cual para atajarlos se tuvo que “arreglar de la boca los caballos” porque las medialunas eran de pirca y pueden imaginar el resultado si no hubiese existido el “arreglo a la chilena”, que capacita al caballo a detenerse cuando va lanzado a toda velocidad, cambiar su eje y además empujar un novillo, todo contra natura, pero ese es el rodeo y el caballo de pura raza chilena.
Hay que lograr un consenso de “dos vueltas y mayor velocidad” y “dar las atajadas mínimas” en la primera carrera, no hay otra forma, acuerdos entre todos.