No todo lo que brilla es oro
La eliminación de la 4ª carrera aparece como una solución salomónica al mejoramiento del espectáculo, pero tengo mis dudas que “cercenando” el desarrollo habitual del rodeo sea una solución integral.
Así como he manifestado mi pensamiento en relación a la evolución del caballo chileno, también el deporte del rodeo conlleva evoluciones.
En el año 1962 cuando nació la Federación del Rodeo Chileno, bajo el mando de Fernando Hurtado Echenique, este visionario y sabio dirigente junto al insustituible Director-Secretario Raúl Pavez Romero, llamaron a su lado a jóvenes huasos-profesionales para dar un impulso cualitativo al deporte del rodeo.
Entre ellos al Ingeniero Civil Jorge Lasserre Lafontaine, y bajo la dirección del Abogado Carlos Portaluppi, se creó la Comisión Técnica, que crearía o acondicionaría el antiguo Reglamento del Rodeo y del Movimiento a la Rienda.
En la foto que adjunto al centro está ubicado sentado Carlos Portaluppi, arriba parados José Manuel Aguirre Bustamante, Jorge Lasserre Lafontaine, Ricardo Ibáñez Letelier, abajo sentados Hernán Anguita Gajardo, Ramón Cardemil Moraga.
Entre todos ellos diseñaron el Reglamento del Rodeo y del Movimiento a la Rienda moderno que rige hasta hoy.
En esa época ya “Coteco” era un famosísimo jinete completo, Jorge Lasserre un joven ingeniero y corralero con ansias de aportar, Ricardo Ibáñez era el gran artífice y difusor del Movimiento a la Rienda, Hernán Anguita, criador, además ya muy conocido por sus amplios conocimientos de todo lo relacionado al mundo corralero en forma integral, y Ramón Cardemil un apasionado del rodeo, empezando a criar y un impulsor como dirigente en la zona central.
Hago esta sucinta relación por motivos que creo faltan al menos entregados públicamente algunos estudios técnicos y justificaciones debidas para terminar definitivamente con la 4ª carrera.
Es de moda y muy práctico en la actualidad llevar a cabo un sinnúmero de evaluaciones de todo tipo antes de realizar cambios en cualquier orden de cosas, muebles e inmuebles, tangibles o intangibles, por lo cual en lo referente lo que se espera de la supresión de la 4ª carrera, creo necesita aún muchas consideraciones.
Cuando se confeccionó el Reglamento del 1962 la gran innovación, modernidad y exigencia técnica al rodeo fue la supresión de la “atajada del cogote” y que otorgaba 1 punto bueno, a cambio por la “atajada de paleta de dos puntos, del medio de tres y del ijar de 4 puntos, lo que se mantiene.
Se hicieron estudios matemáticos de ingeniería a cargo de Jorge Lasserre L. en relación a la inclinación de la empalizada del ruedo, al largo de las atajadas, del diseño del apiñadero, de las puertas, etc. y muy especialmente de la duración de cada carrera, del material de las atajadas, de la inclinación adecuada de ellas, del piso de la medialuna y del impacto que causaría en el público, corredores y puntajes generales la supresión de la atajada del cogote, la única de muchos jinetes que les era posible debido a la velocidad de los novillos, la exigencia de la postura del caballo a la mano, etc. Se adecuó forma del freno y frena chilena y su uso en rodeos, todo técnicamente estudiado y resuelto de acorde a los tiempos.
De ello surgieron los “cursos de jurados”, se acabó el “me tinca” o “me pareció”, todo se reguló al máximo.
Luego surgió el cambio del piño dentro del apiñadero por el sistema Toril, otro largo tramo.
Ahora sería bueno conocer públicamente un acabado estudio en relación a lo que significa en tiempo la caída de los novillos, por lo general en cada atajada, al menos en dos de ellas, y lo que se recorta con la eliminación de la 4ª carrera, porque la eliminación de ambas situaciones, sí, que significarían un progreso en tiempo y en espectáculo.
Me gustaría conocer el dato si corriendo novillos claveles que no se caigan nunca o casi nunca, con las 4 carreras actuales, en comparación si corriendo los americanos actuales que se caen a cada rato suprimiendo la última carrera. Por supuesto a dos vueltas.
También influye muchísimo en ello la excesiva comba de las atajadas, “caza novillos”, y por supuesto las pistas demasiado blandas que cansan aun más al débil americano.
Insisto una vez más, no vale lo mismo para una collera que espera muchos minutos al novillo caído (se recupera el caballo y aclara mente del jinete), que la que por casualidad no cae y tienen que salir a toda velocidad a la otra mano, se ha hecho una profesión el aprender a botar el novillo para sacar ventajas y a la vista de todos.
Es muchos más feo ver novillos a cada rato en el suelo, que efectuar la última carrera.
Otro tema también de ahorro y que a veces indigna al espectador, es la parsimonia con que las colleras que “pasan al piño” se toman en el tiempo para volver a la cancha a correr (3 a 4 minutos de paseo por apiñadero, ahí salen los “monos de lana” a pasear por el público aburrido). También debe aplicarse el concepto de “la carrera debe ser continuada”, cuando se van al piño, lo lento debe castigarse.
Ha habido experiencias en otras Federaciones de Rodeo, de correr solo con “dos vueltas en el apiñadero” y atajar en la cuarta carrera, al público le parecería mucho más lógica esa opción, porque todos los que nos sentamos en las tribunas vamos” a ver correr y atajar los caballos” y si son novillos propios mucho mejor.
Creo que si algo de lo mencionado más arriba se hace realidad, el valor-beneficio de cada novillo federado sería muy superior al actual, se justifica mejor el costo de un animal propio, ya que con el inmenso mejoramiento del espectáculo, todo lo accesorio a él producen más, por lo cual el precio liquidación del novillo después de usado, ya no tendría mayor incidencia, se pagó antes, de forma indirecta. En otras palabras, con dos vueltas y alta velocidad y firmeza del animal en la cancha, atajadas rápidas y vuelta, el público llenará las medialunas y con ello los novillos quedan casi gratis.
Tema que merece un acabado estudio.
La puerta ubicada después de la tercera atajada, visto por el lado “estético visual”, lo que se aprecia desde las tribunas es tan feo o negativo, tan alejado de una “faena de campo”, tan poco de “fiesta chilena alegre”, que si en la tercera atajada el novillo se cae, lo paran y afuera, intervienen caballos detenidos, dos coleros, capataz, un enredo horrible, es un final con el telón bajado a medias, algo queda inconcluso.
Velocidad, vértigo, emoción, adrenalina, ese es el espectáculo del rodeo chileno.
Por ello en el futbol inventaron que cuando sale la pelota de la cancha, un ayudante lanza de inmediato otra al campo de juego y el espectáculo no se detiene, para evitar que algún equipo saque ventajas poco deportivas (descanso de los jugadores y cambios de ubicación en la cancha y sobre todo que los carísimos pero útiles minutos de TV no se desaprovechen).
No es para nada un éxito para un espectáculo corralero, que el público se entusiasme solo en las últimas 6 carreras.