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El deporte del Rodeo Chileno, siempre en continua alza

El deporte del Rodeo Chileno, siempre en continua alza
Revise esta columna de opinión de Arturo Montory.

Por Arturo Montory

Por 1860 se considera el inicio del Rodeo Chileno como Deporte, porque de la faena efectuada en los rodeos anuales en las haciendas, cercanas a Santiago, en corrales de aparta, todos construidos de pirca de piedra, en esos arreos se atajaban los animales en línea recta, como diversión de los huasos, lo que era muy brutal, especialmente para los jinetes, pero para ello se construyó un corral central redondo que se constituyó en la medialuna, porque se divide en apiñadero, en un principio eran huasos y sus caballos y dos quinchas en la mitad del círculo, con el fin de hacer las tres atajadas, así fue siempre, cuatro carreras con una carrera de entrega, ahora suprimida, muy a mi pesar.

En esos primeros años el público se paraba arriba de carretas colocadas detrás de las pircas, y de huasos montados a caballo en alguna altura cercana, no había jurados, ganaba el que era más aplaudido por el público, o sea, el más valiente o arriesgado dentro de la medialuna.

“Cantoras” arriba de carretas, barriles de chicha dulce, pipas de vino, corderos asados por doquier, lo que resultaba un conjunto de incentivos y elementos aptos para las reyertas y peleas varias, por lo cual el rodeo era resistido en las altas esferas sociales, y fue necesario reglamentarlo muy duramente, pero subsistió.   

Sin duda la antigua hacienda Aculeo fue la cuna del huaserío y sus tradiciones más autóctonas, allí había de todo, artesanas chamanteras, amansadores, arregladores, jinetes, presentadores de caballos, montureros, freneros, en fin, un mundo completo, y se perfecciono el rodeo, las atajadas se confeccionaron construyéndooslas con ramas, más blandas, el ruedo se empezó a hacer de durmientes inclinados y así se fue masificando un rodeo más ordenado.      

En el verano del año 1911 se efectuó el “Rodeo de todo los Tiempos” en la ciudad de Victoria, y vinieron colleras desde Santiago a Temuco.

Hizo collera Tobías Labbé y Miguel Letelier E., grandes criadores, y participaron los más grandes jinetes de ese tiempo, ver detalle libro Historia del Rodeo Chileno, Tomo I y II, en JPG del portal.

En 1925 se inicia la Semana del Caballo Chileno en Chillán, que culminaba con el rodeo, que se constituyó en un hito del país, rodeos famosos también en Concepción, Talca, Curicó, Rancagua, Pila del Ganso, Parque Cousiño, Barrancas, Puente Alto, Valparaíso, Ovalle, Quillota, Los Andes, Maipú, y algunos más.

En 1936 se inicia el que sería un legendario, el famoso rodeo de la Quinta Normal en Matucana, el equivalente de un Campeonato Nacional.

Época de Edmundo Moller B., Pedro Juan Espinoza, Curiche, Idahue, Las Camelias, Julio y Ricardo de la Fuente, Aculeo, Rene Urzúa, Las Mercedes.

En 1944 nace la que sería la Asociación de Criadores de Caballares, dentro de la SNA, y ya en 1946 toma forma oficial, y se inicia etapa con reglamentos y orden dentro del rodeo.

En abril de 1949 se efectúa el primer Campeonato Nacional del Rodeo Chileno, en medialuna de Rancagua, y así suceden hasta 1961 en que nace la Federación del Rodeo Chileno, ya establecido como deporte nacional.

Han sido sus titulares en los primeros años Alberto Echenique Domínguez, Juan Luis Urrutia, Guillermo Aguirre, Fernando Hurtado, Gonzalo Pérez Llona, Jorge Lasserre L., Gonzalo Vial V.

Épocas álgidas, pero superadas fueron el 1955 cuando se prohibió correr en caballos “no inscritos”, a fines del 1960 por la desordenada conducta de algunos corredores en las medialunas, luego a raíz de ello surgió la Comisión de Disciplina y puso atajo, paso a paso se fueron superando diversas etapas.

Se compró la primera oficina en el centro de Santiago, se efectuaron cursos de jurados, se compró el fundo en Valdivia y los novillos, se construyó la grandiosa medialuna de Rancagua. 

De 25 rodeos oficiales en las temporadas iniciales, ya van más de 600 en las presentes, la organización ha evolucionado una enormidad, incorporando tecnología de punta en sus procesos, los rodeos finales de cada temporada se han convertido en unos eventos grandísimos, de gran despliegue publicitario, construcciones magnificas, ordenados, seguros, dirigidas en forma brillante, y con gran asistencia de público en sus tribunas y espacios aledaños llenos de artesanos.

Las ceremonias inaugurales preciosas, con algunos vicios estéticos de fácil solución, pero que antes no existían o no incidían en la visual, ahora esa exposición pública esta multiplicada por miles de ojos que los observan por las Redes Sociales.

El rodeo lo desarrolla y mantiene la “familia del rodeo”, pero su llegada es universal, antes sujeta y comentada por solo a nuestro pequeño mundo.

Se está formando una Confederación de Federaciones del Rodeo Chileno.

En tiempos pasados Chile era un país agrícola-ganadero, hoy industrial y frutícola, además de una inmensa superficie plantada de bosques de pino y eucaliptos, por lo tanto, hacer rodeos ahora constituye en una gran dificultad logística, y aun frente a todos esos escollos, el rodeo crece y crece, increíble.

Mujeres, niños, jóvenes, incorporados de lleno a este Nacional Deporte, absolutamente transversal, con llegada a todas las esferas sociales, económicas y cultuales.    

Sin duda el rodeo es un fenómeno cultural del país, que, pese a este mundo globalizado, no solo se mantiene, sino que crece y crece.

Enero, febrero, marzo y abril, muchas finales, momentos plenos de emoción, frustraciones, alegrías, penas, sueños incumplidos y sueños venideros, la próxima temporada empezamos todo de nuevo. 

Temas eternos lo son, calidad demostrada por caballos, jinetes, jurados, novillos, cancha, eso no varía.

Las metas de cada collera son distintas, para algunos llegar a correr un Clasificatorio es lo máximo, para otros clasificar y ganarlo, y en Rancagua la misma cosa, algunos felices con correr en la Catedral del Rodeo y otros pocos abierta o calladamente con ansias de lograr, el máximo, ser Campeón de Chile, suena bonito, pero pocos lo alcanzan y la mayoría, nunca, pero es cosa de metas propuestas y realidades para lograrlo.

No basta solo soñar, hay que atajar.   

Y van 159 años.

En el 2020 se cumplen sus 160 de existencia, debiera ser un año de celebraciones, recuerdos, en que la “Cultura Huasa” marque presencia plena en las grandes ciudades del país.

Los elementos constitutivos de la vestimenta del huaso evolucionan, igual que los aperos, pero se mantiene su esencia básica, sombrero alón, zapatos de taco alto, manta y chamantos de cuatros campos y tres huinchas, chaqueta corta, pantalones ajustados, cinturón de cuero, riendas, cabezadas, bozalillo plano y redondo de cuero trabajado, lazo, manea, espuelas de acero y de rodaja grande, estribos tallados y de madera “enllantados” en fierro con ataujía, igual que frenos y frenas, montura de faldas cortas, copa alta y de cuero con pellones de ovejas cubierta, dos cinchas sujetas de tientos de cuero curtido y blando.         

Y toda esta expresión deportiva cultural nacional efectuada en Caballos de Pura Raza Chilena.

Y aquí estamos, los niños y niñas aprendiendo y los más viejos enseñando a las nietas y nietos.

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