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Abelino Mora Inostroza, gran señor de las medialunas

Abelino Mora Inostroza, gran señor de las medialunas
Lea la columna de Arturo Montory.

Un personaje excepcional, un rodeo con el "Chico" Mora corriendo era  totalmente distinto sin su presencia, era ante todo amistad, alegría huasa, diversión, fiesta, talla fácil, cuecas, canciones del campo, para nadie era indiferente, centro absoluto de todas las miradas y las tallas en el Casino y en la Vara, su mayor orgullo era llegar el primero a ella e irse el ultimo y lo cumplía, "echando a tierra" un montón de viejos, lo que gozaba, era de fierro.

Podía dormir casi nada, pero a las 6.00 a.m. antes del rodeo y durante él, eran de tres días en esa época, estaba galopando sus caballos, todos los demás dormían y él ya trabajando para más tarde, porque a esa hora es la que corresponde hacerlo según todos los antiguos.

Los jóvenes de esa época  lo vimos muchas veces, nosotros saliendo del casino al amanecer  y el ya galopando  y nos decía; "a dormir rápido cabritos que sino más rato les voy a sacar la cres…a" en la cancha, y siempre lo cumplió.

Luego a buscar un Expendio cercano para refrescarse, porque el casino de la medialuna a esa hora estaba cerrado.

La mayoría pensaba que se agotaría pronto y día lunes para el champion estaría fundido, pero ahí surgía un gigante, imponía su presencia, asustaba a los rivales por su proverbial valentía y calidad como jinete, ganarlo era muy pero muy difícil, y aunque fuera de  atrás al principio en los dos últimos animales se la ponía todas, anduviera a caballo o no tanto, y el público lo ovacionaba con solo entrar a la apiñadero, y el "Chico" se agrandaba, no tenía miedo a ningún rival, se sabía ganador y tomaba todos los riegos pero igual ganaba.

La palabra nervio, achicarse, "las cosas no se  le dieron" no existían en su vocabulario.

Corrió el primer Nacional en Rancagua en 1949 y su compañero José Gutiérrez junto a Ernesto Santos fueron Campeones de Chile. A la familia Santos les fallo el jinete Eliseo Calderón que había perdido el tren en Temuco y su madre Práxedes Inostroza les facilitó a los Santo a José Gutiérrez que había venido a correr con el muy joven Abelino a Rancagua.

Hasta que apareció la famosísima Aceitaíta, que se identificaba plenamente con su jinete, formaron unos  de los "conjuntos" más eficientes de la historia del rodeo, su yegua tordilla, enjuta de carnes, escasa de grasa, de fuertes paletas, no impresionaba a nadie con presencia.    

Con ella fue campeón de Chile en 1961 y 1966, era su máximo orgullo que era la única yegua en la historia que ha sido dos veces ganadora, y cuando no la nombraron entre  las tres mejores yeguas  del Bicentenario le dolió el alma, fue una pena que nunca pudo superar, lo conversamos muchas veces, se llevó esa tristeza.

Lo vi ganar en Maipú y en Valdivia, cuando don Chanca  Urrutia y Samuel Parot tenían tres colleras sobre él en el cuarto animal, pero ante el asombro de la mayoría los ganó, y Miguel Lamoliatte había llegado un día antes de Francia sin haber andado a caballo durante un  largo tiempo, pero teniendo de compañero a Abelino nunca podía decir la última palabra.  

Abelino corrió con Julio Santos, José "Pepe" Gutiérrez, Abelardo Mora, Tito Villegas, Yayo García, Eliseo Calderón, Miguel Lamoliatte, Aliro Pérez, Champa Martínez, Carlos Virgilio, con su hijo "Nanino",  con Mario H. Zúñiga, los que me acuerdo.

Fue propietario del Rascucho que le dio a la famosa Haciendo Sed,  del Rumbo, del precioso Danilo, del conocido Guardián  II, del Enano Maldito,  de Atracada y Emparva, en fin, crio grandes caballos de corrales.  

Su criadero se llamaba Trehuaco y se identificaba con la descendencia que le dejó Aceitaíta.

Como experiencia personal, pero que refleja la sencillez, caballerosidad y bonhomía de Abelino les contaré un caso que me sucedió. 

Por los años 1970 yo trabajaba en la Feria de Curicó la que manejaba las Ferias Ganaderas de Pitrufquén, Freire y Lanco, a las cuales asistía Abelino por su ganado en forma habitual, en época de Aliro Pérez. Yo recién llegado a Temuco estando en la oficina de la Feria de Freire apareció Aliro al que conocía y nos saludamos y Abelino al escuchar  mi apellido lo relacionó a sus amigos Rolando Montory y Emilio Lafontaine y otros cañetinos y me preguntó si yo corría, le dije que sí, pero que en el sur no tenía caballo, y Abelino me dijo: "vaya mañana temprano al campo, pruebe un caballo y ahí lo tiene para correr". Y así lo hice en varios rodeos de Temuco, hasta me lo llevaba en su camión, él nunca me había visto,  extraordinaria persona, y así anécdotas son muchísimas.

Luego me hice muy amigo suyo y de sus hijos, amistad que conservo hasta hoy y me enorgullece mucho.

Rolando Montory su contemporáneo me contaba que en los rodeos del sur, Abelino recibía a las visitas a la entrada del casino y uno por uno iban pasando por sus afiladas puyas y tallas, nadie se salvaba, al final todo se componía con un aplaudido “salud”.

Abelino y su compañero Miguel obtuvieron de premio en Valdivia unos pasajes a Francia, y viajaron de huaso como correspondía, y en la temporada siguiente Abelino al referirse los jurados que creía lo perjudicaban, decía muy fino: "jurado malhereux".

Era un gran jugador de golf en invierno en las cancha de Temuco.

En una ocasión fue al fundo de unos agricultores alemanes a comprarle unas vaquillas, tocó la puerta de la casa, abrieron lo vieron de huaso muy embarrado y el alemán papá le dice a su hijo en idioma alemán por supuesto, manda a cambiar a este  tal por cual, de donde va  sacar para compras animales y el hijo muy gentil le respondió en castellano a Abelino que estaban ocupados, y el huaso ladino al irse les contestó en perfecto alemán una  serie de palabras subidas,  y quedaron los dueños de casa muertos de vergüenza, Abelino dominaba perfecto el idioma alemán, y con ello se rieron por años de la anécdota  en Temuco y al final se hicieron muy amigos con el agricultor y su familia.  

Abelino como jinete era excepcional, le gustaba correr  enchanchado, con harto animal por delante, y frente a las banderas "se las ponía todas", era además muy buen espueleador y de gran golpe de vista a cualquier velocidad del novillo.

Esta mañana me llamó un integrante de su familia por fono y me estremeció cuando me dijo: "queremos que tu escribas sobre nuestro padre, lo bueno y lo malo, como fue realmente", que responsabilidad para mí, pero no puedo fallarles.                   

Abelino era representante del rodeo Fiesta del Campo Chileno, donde todos se felicitaban en el triunfo y consolaban en la desgracia de alguno de ellos, donde el que quería correr y no tenía como, lo echaban arriba del cualquier caballo desocupado sin importar los pergaminos de aquel, pero hacían feliz  un amigo, el rodeo fue su vida.

Debemos recordarlo como un huaso autentico y verdadero, que practicaba y gozaba de las tradiciones del campo chileno, un cariñoso padre y abuelo,  dejó una linda familia.

Su recuerdo será imborrable en la historia del rodeo chileno, seguramente ahora estará  "arreando piños de estrellas", en su querida Aceitaíta.

Que en Paz descanse gran Abelino.

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