Ruperto Valderrama festejó sus 90 años: El Rodeo me dio momentos gloriosos
El pasado 17 de abril, Ruperto Valderrama Miranda, cinco veces Campeón Nacional de Rodeo (años 1962, 1963, 1965, 1967 y 1968) junto a Ramón Cardemil Moraga, cumplió 90 años de edad el pasado viernes 17 de abril. Son nueve décadas desde que naciera en Sewell (Sexta Región) y al cabo de todos estos años plasmara una gran trayectoria corralera, Desde su casa en San Fernando, conversó con Caballoyrodeo.cl sobre su situación actual, donde está guardando rigurosa cuarentena por el Covid-19 y también haciendo volar sus recuerdos.
"Aquí estamos, más o menos regular, pero mi cumpleaños lo celebré muy bien, porque un hijo mío, que es profesor en el Liceo de San Fernando, junto a su compañera hicieron una onces estupenda. Lo pasé muy feliz y me han llamado de muchos lados. La llamada desde más lejos fue de San Pedro de Atacama; tengo como 40 llamadas de todos lados. Me llamaron todo el día y a cada rato. Pero hace un mes que estoy encerrado en la casa; me aburro y no puedo ni leer, porque no veo las letras con los lentes", contó.
Al preguntarle qué ha sido lo que mejor le ha pasado en estos 90 años, manifestó; "Lo mejor, lo mejor, haberme casado con mi mujer (Eliana Toledo Hidalgo). Mi vieja querida me dejó solo en este mundo. Y lo otro mejor ha sido el deporte del Rodeo, que ha sido glorioso. Tengo la salvedad que Tatita Dios me ha ayudado mucho, porque las cosas no se presentan así como así. No es llegar y hacer las cosas de un repente; no salen, no dan triunfos".
"La esperanza mía y todo los días le pido a Tatita Dios, es llegar a los 100 años. Ojalá llegar a los 100 años. Yo creo que ahí, celebrando, se va a venir el mundo encima. Es bonito tener harta edad, pero en buena forma y sin enfermedades. Porque llegar a 100 años y con enfermedades es mejor no llegar. Gracias a Dios estoy bien; el problema son las piernas que me fallan ahora. Y no tengo fuerza en el cuerpo; cuando me levanto de la cama, me cuesta mucho moverme de un lado para otro. Y ya no echo de menos andar a caballo. Porque yo soy bien consciente. Cumplí con mi deber y lo cumplí bien deportivamente, como gente modesta, pero respetuosa", enfatizó.
También le hicimos ver que dentro de sus recuerdos deben estar esos cinco Campeonatos Nacionales de Rodeo que ganó durante su trayectoria.
"Por supuesto; yo no quería referirme a eso, porque no quiero ser cachiporra tampoco. Pero mis caballos eran muy buenos. Yo no sé porque sólo nominamos a los jinetes. Mire, mis caballos corrían solos sin estar yo en la montura. Yo los entrené en el campo; sabían ellos que tenía que atajar en la atajada y así lo hacían. Y no atajaban violentamente, sino que detenían al novillo. Era una atajada técnica y saber llevar el novillo a los sacos. Pero eso cuesta mucho, hay que dedicarse harto, todos los días y a cada momento. Pero cortitas las cosas para no cansar al caballo tampoco ni aburrirlo", declaró.
Ya entrando directamente en el recuerdo del mejor caballo que corrió, no dudó en señalar: "Para mí, la Pelotera fue la yegua más extraordinaria que he tenido. A esa la hice correr sola sin estar yo en la montura. Fue en un campo ajeno de donde estaba yo, que lo arrendaba Pablo Quera; de Lontué hacia la Cordillera; un campo bien bonito. A esa yegua le faltaba hablar nomás, por Dios la yegua rica. Era hija del potro Refuerzo, un hijo del Quebrado".
"Yo también me recuerdo de todo lo que he hecho en mi vida; jugué harto fútbol también y estuve listo para irme a la Católica, pero mi papá me paró los carros. Me dijo: Mira cabrito ¿te mandé a estudiar o a jugar a la pelota? Ahí me sonó. Yo jugaba en cualquier puesto; para mí la pelota es una sola y hay que dominarla en cualquier puesto. Pero era back centro ahí y no pasaba nadie, menos por alto. Y los entrenadores de los otros equipos les decían a sus jugadores: no centren la pelota, que no es de ustedes. Entonces, eso me daba más garantías para tener más empeño para quitarle la pelota a los delanteros", agregó.
"También boxeé y fui campeón también. Yo era peso Liviano, pesaba 53 kilos, por ahí. Me acuerdo que en ese tiempo peleábamos dos veces al año con los boxeadores del Club México de Santiago. Yo me acuerdo de Godfrey Stevens, muy técnico, extraordinario boxeador, pero no pegaba. Todo boxeador que es técnico, no pega. En ese tiempo yo estaba estudiando en el Liceo de San Bernardo", concluyó, esperanzado, como él decía, en llegar a los 100 años, pero en buenas condiciones.