Secretos del Arreglo, Ricardo de la Fuente: "La única ciencia para trabajar caballos es ser constante"
El campeón nacional de rodeo de los años 1972, 1979 y 1980, Ricardo de la Fuente, tiene pergaminos, historia y experiencia suficiente para hablar de caballos y de la preparación de estos para el deporte nacional. Sin embargo, con humildad manifiesta en la sección "Secretos del Arreglador" de Caballoyrodeo.cl que él no práctica este tradicional oficio, aunque sí arreglaba los mancos con los que participaba en la competencia.
- ¿Qué le parece este oficio tan tradicional como es el del arreglador?
"Yo le voy a decir que no todos los huasos arreglan caballos. Hoy día no es fácil dar el calificativo de arreglador. Arreglar no significa tener un caballo el día domingo, echarlo a correr y aprovechar el vuelo para que ataje. Porque el caballo chileno se ha ido dando bueno para el rodeo, a través de la cruza de madres atajadoras y padres atajadores tienen que salir potrillos atajadores. Pero eso no significa que son muy bien arreglados. Eso se ve en los rodeos, donde hay tantos caballos derechos, caballos con corte de bandera, o que parten antes. Arreglar es algo muy difícil. No solamente arregla una persona que tiene una buena mano, sino que quien arregla tiene una tremenda paciencia y que ocupa muchísimo la cabeza. Para mí una cosa muy diferente es correr. Hoy día cualquiera se sube a un caballo que tenga un poco de arreglo, choca e inmediatamente pasa a ser bueno. Los jinetes con tres o cuatro champion pasan a ser arregladores. Por eso el término del arreglador, y lo he conversado largamente con Alberto Cardemil, a quien le decía que hay que tener mucho cuidado a quién se le da el término de arreglador. Arregladores, por ejemplo, son los tres hermanos Tamayo. 'Lalo' Tamayo, Mario y 'Checho'. Los tres tienen una mano fantástica. Es cosa de mirar los caballos de Mario Tamayo que corren preciosos, o lo de 'Lalo' que corren muy lindos. Nunca un tirón, nunca un espuelazo. Esos gallos, esos hombres, esos amigos, arreglan caballos".
- ¿Usted también o no?
"Bueno, yo en mis tiempos arreglaba los caballos que corría. Pero yo nunca amansé. Yo solamente una yegua amansé, que quedó conmigo hasta el final, la Cacarita. Pero la cosa mía era más correr. Así que siempre recibía caballos que venían del amansador, que venían galopeados y yo los dejaba para que yo los pudiera correr. Pero eso muchas veces no significaba que estuvieran arreglados, porque pese a que esos caballos hayan ganado premio, pasaban a otra mano y esa otra persona no estaba de acuerdo con lo que yo había hecho en el cien por ciento. Entonces él tenía que meterle más al caballo para llenar su gusto, completarlo más, afirmarlo más. Por eso, yo no sé exactamente al final quién es el arreglador. El que amansó, quien le dio las primeras topeadas o las primeras corridas".
- ¿Qué trabajo le hacía usted a los caballos?
"A mí lo que más me gustaba era que me entregaran los caballos después de amansar y así yo los empezaba a pulir de boca y a hacerlos correr. A mí lo que más me gustaba es que los caballos corrieran. Cuando los caballos son corredores, no cuesta tanto arreglarlos. Ese era mi punto, que los caballos me corrieran rápido y ojalá aplastados, por debajito. Ese era mi punto y la parte que más me gustaba. Caballos relativamente blandos, no muy duros tampoco".
- ¿Qué cualidades de un caballo le servían a usted para decir que ese manco iba a dar que hablar?
"Cuando tienen buen genio y son rápido, esas son las bondades que más necesita un caballo. Después uno les va haciendo la boca y los va haciendo correr atravesado. Todos tenemos distintas maneras. Hay un dicho de la gente de a caballos que dice que cada uno tiene su manera y es cierto, todos no hacemos las mismas cosas igual, a pesar de que todos llegamos al mismo fin. Pero para mí la velocidad y la obediencia son lo más importante, estamos al otro lado. Después uno tiene que adaptarse a los caballos y enseñarles, porque el caballo aprende por repetición, pero por repeticiones bien hechas. He visto gente trabajando caballos que un día lo trabajan de una forma y al día siguiente de otra forma, esos caballos nunca van a llegar a ser cien por ciento. En cambio, si vieran trabajar a 'Lalo' Tamayo, el repite en un año siempre lo mismo, hasta que el caballo lo hace perfecto y eso que le ha enseñado él lo haga con gusto. Que el caballo haga las cosas con gusto, con placer, porque no se ha golpeado nunca. Ahí tienen un caballo arreglado".
- ¿Cómo se da cuenta uno que un caballo no es para la alta competencia?
"Pucha, uno más viejo los va viendo a los cuatro o cinco meses de trabajo de que un caballo va a ser más o menos o malito. Cuando un caballo es bueno, uno le pone bueno, dos o tres año. Pero antes del año uno se da cuenta cuando un caballo no va a ser óptimo. Ahí está uno, quien tiene que darse cuenta cuando el caballo tendrá limitaciones. Un caballo que pueda tener muchas limitaciones va a quedando de lado, porque son medios desbocados. Es mi opinión".
- Usted tenía algún secreto o alguna maña que sea propia de usted al momento de trabajar un caballo…
"No, repetir no más lo más que se pueda con soga y después un riendero de 3.8, lo que más se usaba. Pero no, la única ciencia que hay para trabajar caballos es ser constantes y trabajar, trabajar y trabajar. Un caballo se debe trabajar mucho. No ensillarlo un día y dejarlo una semana sin ensillarlo. Al caballo hay que ensillarlo todos los días durante un tiempo largo y se verá cómo se entregará siempre. Uno tiene que ser lo más suave que se pueda y lo más enérgico que se puede ser. Pero yo no tenía ninguna maña".
- ¿Se hace un trabajo distinto a los caballos antes de los Clasificatorios o el Campeonato Nacional o es el mismo de siempre?
"Es el mismo no más. Es el mismo. Estado físico, que estén livianitos, sanos y muy bien herrados, porque cuando uno anda en los Clasificatorios ve caballos que tienen unas cosas espantosas. Un mal herraje hace que el caballo se sienta incómodo, es igual que nosotros andemos con un caballo que nos quede mal. Es imposible andar bien. Hasta en los Clasificatorios me he encontrado con caballos que están pésimamente herrados. Y el herraje es fundamental, tanto como una buena comida, una buena cama y una buena pesebrera. Yo parto con una muy buena pesebrera, las mías son de cuatro por cuatro metros. Estoy totalmente pendiente y trato que el piso esté bien parejo. En mis pesebreras tengo cuatro con el piso encementado y me han andado muy bien. Les hice una inclinación hacia afuera para que se vayan los meados y sobre eso le pongo una buena capa de aserrín, mientras que en el invierno le pongo paja. Las pesebreras cuando son de tierra se les va haciendo un hoyo donde se limpia el lugar que el caballo mea y ahí queda un hoyo, entonces quedan los caballos mal parados. Entonces parto por ahí, una buena cama, una buena pesebrera siempre seca y limpia, buena comida, mucha agua a disposición y paciencia. Paciencia, paciencia y paciencia. Ensillar todos los días y mientras más guatana, mejor. Es importante no pelear con los caballos, porque uno piensa que son seres de la tierra, pero estoy convencido que los caballos son seres muy inteligentes que hay que tratar siempre con mesura".
- ¿Qué le diría a la gente que se quiere dedicara este oficio, a los más jóvenes?
"El mejor consejo que le puedo dar a una persona que quiere arreglar es que parta por el cuidado del caballo. Por cómo duerme el caballo, por cómo está alojado. Es importante que no los jodan las moscas, fumigar cada cierto tiempo. Y después cuando se sube al caballo, ponerle una guatana y trabajarlo con repetición. Y cuando tenga una persona cerca que sepa de caballos, como los Tamayo, José Manuel Pozo, le pida consejos. Para esta cuestión hay que mirar a los buenos. Atajar no significa ser bueno para arreglar caballos. Hay que ver las formas de trabajar de José Manuel Pozo o cualquiera de los tres Tamayo".