Anuario de 1972: Te lo mereces, Ramón Alvarez

El Anuario de 1972 de la Asociación de Criadores de Caballares y de la Federación del Rodeo Chileno homenajeó al gran jinete Ramón Alvarez, tras ser premiado el año anterior como el Mejor Deportista del Rodeo por el Círculo de Periodistas Deportivos.

Revisa la transcripción de la nota:

Nunca un gesto en la cara, menos un temblor en la mano, ante una atajada difícil o la disputa por la final de un champion difícil. ¿Por qué entonces esos surcos profundos y ese temblor en las manos de Ramón Alvarez Guerra, cuando recibió el "Cóndor de Oro" o cuando dio la vuelta de honor en la medialuna de Rancagua? Porque, sencillamente, dentro de ese huaso, en las más íntimas fibras del deportista sencillo, el hecho superó cuanto estaba preparado para afrontar.

La vida es tan misteriosa como insondable. ¿Podía este auténtico "quilamutano" imaginar que un día sería ovacionado en el Estadio Nacional, homenajeando su limpia trayectoria deportiva?

Hechos como éste nos hacen subir del apiñadero a la rústica filosofía. Nos hacen realidad aquello de que el porvenir depara al hombre instantes insospechables, que es una caja de sorpresas.

¡Qué grato recuerdo, Ramón! Inolvidable. Dos cóndores sujetos por dos hombres que el sol de tierras diferentes curtió color chilenidad. Ese moreno que te acompaña en el júbilo es un chilenazo que se hizo hombre extrayendo su sustento en las profundidades del mar y que un día sorprendió al mundo adjudicándose el título de CAMPEON DEL MUNDO DE CAZA SUBMARINA. Su nombre: Raúl Choque.

Y volvemos a subir del apiñadero a la rústica filosofía. Los hombres que luchan con hidalguía por un ideal deportivo no necesitan que nadie les abra las puertas del reconocimiento; se les abren a impulsos de sus merecimientos.

¡Qué gran recuerdo, Ramón! ¿Y esa hermosa rubia? ¡Qué paradoja! Ella es también una de las homenajeadas, es "La Mejor Deportista del Golf". ¡Qué contraste entre los deportes! Pero ella, rubia, y él, moreno, exactos. Cada uno comprende y practica el suyo como debe ser: con verdadero sentido de lo que es el deporte.

¿Emocionante, verdad? Claro que sí, demasiado. Esa vuelta de honor estremece hasta la última fibra de un corralero por recio que sea. Ese anillo de mil quilates que conforman los aficionados de todo Chile, aprisiona, encierra, enlaza hasta el pensamiento. ¡Qué instante, Ramón! No lo olvidará jamás. De eso estamos seguros. Saludas sombrero en alto como un gigantesco campeón. Hasta tan hermoso instante de tu vida te llevó la que comenzó siendo una modesta afición. Ahora lo grande, lo importante, es que sigas en todo siendo ejemplo como deportista; ahora lo importante es que, vayas por donde vayas y corras donde corras, sigas saludando con el sombrero en alto, sin que jamás se opaquen estos pasajes inolvidables.