Anuario de 1969: El rodeo inverosímil, Rapa Nui se vistió de huaso
El Anuario de 1969 de la Asociación de Criadores de Caballares incluyó un interesante artículo que narra la experiencia vivida con un rodeo en Isla de Pascua.
Revisa la transcripción de esta nota titulada: "El rodeo inverosímil, Rapa Nui se vistió de huaso".
Despeguemos del aeródromo de Los Cerrillos. Orientemos el vuelo hasta Caldera. Viremos hacia el este y que el avión haga galopar su manada de caballos de fuerza por sobre las aguas volubles del Océano Pacífico. Y que el pájaro volador, moderno "Manu Tara", devore los kilómetros. Cuando haya cubierto un total de 3.760 tendrá a su vista un pedazo de Chile. Una isla triangular de 180 kilómetros cuadrados de superficie. Y tres promontorios que lazan sus 600 metros de altura, sobre una tierra que en muchas partes tiene un color levemente rojizo y sobre el que pastan unas 2.000 ovejas de raza Merino Australiano.
Hemos llegado a Isla de Pascua.
¿A qué debe su nombre?
La isla fue descubierta el año 1722, en el Día de Pascua de Resurrección, por el almirante de la flota de Holanda, Roeggeween, y a ello debe su nombre. ¿Rapa Nui? Nombre de origen tahitiano, que significa isla grande. Pero ese no es su nombre primitivo. Antes se le llamó Te Pito Te Henua. En idioma pascuense: ombligo del mundo.
Se alejó la flota de Holanda y la isla volvió al olvido. Sólo las gaviotas buscaban su refugio en busca de quietud y soledad. Soledad de marcha imperturbable. A su panorama de siempre. Al mismo durante horas, días, años y siglos. A la contemplación larga del grandioso paisaje de silencio que la rodea.
Chile vuelve las espaldas al mar
Se dice que Chile vuelve las espaldas al mar y que, al hacerlo, limita su horizonte, no soluciona de manera fundamental su economía y empequeñece su visión al papel que le corresponde en esta parte del mundo. Se agrega que a sus estadistas le ha sido más fácil vivir el embrujo de la capital o dormir la siesta bajo las parras. Ese desinterés le habría significado haber dejado de las manos Tahití y otras islas polinésicas o entregar la Patagonia para seguir por años y años en una lucha constante de límites.
Policarpo Toro y la magia de los embrujos
Policarpo Toro Hurtado, cadete de la Marina Nacional, junto con abordar la isla, cruzar esa línea de centinelas que son los "MOHAIS", inmensas estatuas de piedra, de 15 a 20 metros de altura, tomó posesión de ella y al entregar a Chile su ubicación geográfica, sostuvo que debía ejercer para siempre su soberanía y defender sus derechos humanos.
Silencio de distancias
No hay hombre que no tenga algo que decir. El silencio de los habitantes de Rapa Nui fue, por muchos años, silencio de comunicación con el resto del mundo, un inmenso silencio de aguas, que es el menos sugerente de todos los silencio. Silencio que no alienta inquietudes, que no sabe de calendarios y que apenas se agita cuando viene el tiempo de la brota, de la parición y de la cosecha.
Estos hombres que se agrupan en Hanga Roa pertenecen en su mayor parte a la raza polinésica, especialmente al grupo "moarí", y habrían venido de Nueva Zelandia. Seguramente es así. Son frecuentes las incursiones de barcas construidas de elementos rústicos, primitivos, que tratan de demostrar la influencia que tuvieron en el conocimiento de nuevos mundos los navegantes polinésicos. Por algo jamás nadie navegó con el solo objeto de permanecer en el mar; fue justamente el interés por alcanzar tierras vecinas el que originó nuevas proezas.
Desde 1870 adelante
Desde ese año, barcos de la Armada Nacional visitan la isla, la aprovisionan. Pero debieron transcurrir 70 o más años antes de que Chile le adjudicase la tremenda importancia geográfica que tiene como ruta aérea hacia el encuentro más rápido de otros continentes. Y conjuntamente, el valor histórico que encierran sus secretos, su civilización, el arte innato de la cultura de sus primeros habitantes. Riqueza histórica tan compleja y sorprendente, que hasta ahora los investigadores no han podido desentrañar su origen. Riqueza histórica mutilada, usurpada, por concesiones de explotación entregada a firmas extranjeras que, junto con la lana de sus ovejas, arrasaron con "mohais", "tolomiros", "ahuas", etc.
Desde cuando aterrizó el "Manu Tara"
A veces cuando se pasa a la ruta a la costa, frente a los hangares de aeropuerto de Los Cerrillos, se divisan las alas del "Manu-Tara", que la desidia o el desconocimiento histórico están dejando que inertes se destruyan por la acción del tiempo. Abruma. Esas alas son de oro, y un día pueden serlo de diamante. Merecen un museo o un monumento. Ellas, bajo los comandos del comandante Parraguez, demostraron que el aeródromo de "Mataveri", en Isla de Pascua, es la ruta más corta para llegar a Australia. ¡Triste suerte Manu Tara! Si hubieras sido pascuense, con toda seguridad te habrían esculpido un "mohai", una inmensa estatua de piedra. No importan que hubieran demorado para bajar hasta Rano Raru Raruku, miles de ellos, porque tienen que haber sido miles, para que hoy todavía sobrevivan a la voracidad de la rapiña más de 800 de esos colosos.
Y en alas del "Manu Tara" llegó el huaso
Tintinearon las espuelas. Los pequeños caballitos empezaron a tascar los frenos malloquinos. La montura colchagüina desplazó el hato de cueros. La manta doñihuana llenó los campos de hojas de parra, espigas de trigo. Brilló como un arco iris en que caben todos los matices de gran pedazo de Chile que ellos desconocen.
Aquellos caballitos pascuenses
Fueron miles y miles. Incontables. Tantos, que eran dueños y señores de ese triángulo de 180 kilómetros cuadrados. ¿Cómo llegaron allí? Otro misterio que algún día se descifrará.
Fueron tantos que en su constante reproducción "imbriding", fueron degenerándose. Bajos, poco pecho, ancas estrechas. Nada ponderable, salvo su resistencia increíble a los embates de un clima a veces muy duro. Hoy todavía son muchos. Entre esos muchos, algunos más destacados, mejor dotados, fuente natural para generar una raza superior.
Pero generar esa raza superior no se logra con propósitos. Es imprescindible comenzar a hacerlo, y de inmediato. Desde los más próximos viajes de los barcos, la Armada Nacional que aprovisionan la isla.
Esos caballitos y el turismo
Hoy el turismo en Isla de Pascua es inmenso. Cada año lo será más. Es una atracción que llama en todos los continentes.
Hay algo más que ofrecer que el simple paisaje o las maravillas de esa cultura, de la cual hay tantos eslabones perdidos.
¿Qué dice la realidad? Que esos turistas pagan sumas elevadísimas por visitar los escondrijos de la isla, por llegar hasta los bordes mismos de los cráteres de los volcanes Rana Raraku, Rano Roi y Rano Kau. ¡Y que desean hacerlo a caballo!
¿Es posible que la Dirección de Turismo o el Ministerio del Interior siembre una nueva sangre equina sobre las tierras pascuenses? Absolutamente viable e, incluso, de bajo costo. Sólo se requiere el propósito. ¿Y la cosecha de la iniciativa? De doscientos por uno. Buenos caballos, buenos aperos, son dólares, son incentivo turístico. Ojalá sepan interpretar esta verdad.
Ese huaso Luis Hernán Reyes Hermann
Huaso cabal. Fino inscrito. Con pedegrée a la vista. Un producto con el sello de raza y el entusiasmo de su progenitor, ese amigazo de todo: Hernán Reyes. Pero, ¿quién es Hernán Reyes? Ocurre y frecuentemente. El apelativo cordial termina por borrar nombres y apellidos. ¡El Melón Reyes! ¿Verdad que ahora no cabe duda?
Allí está Luis Hernán Reyes, y cumpliendo una tarea que nos enorgullece; tatuando en el alma del pascuense el rodeo. ¡Y con qué éxito! No se limitó a formar un club de huasos. Fue mucho más lejos. Afirmó las estacas en medio del océano y conformó una medialuna con quinchas de quimeras.
Mimbres o durmientes reemplazados por tambores de bencina
Nos enorgullecemos y aplaudimos su entereza. ¿A qué huaso se le ocurrió jamás algo semejante?
Aspilleras y paja de arroz conformando las atajadas. Los colores de la patria cubriendo la barricada de tambores.
¿Caballos? Unas semanas de severas lecciones. Unos cuantos ensayos. ¡Y vamos corriendo!
¿Aperos? ¿Qué aperos? Sólo cuatro monturas chilenas, si es que pueden calificarse como tal. ¿El resto? Una macedonia. ¿Mantas? Unas cuantas que eran propiamente tal; el resto, imaginación y buena voluntad. ¿Botas? Algo similar.
Pero se corrió… Y la isla vibró con el rodeo… No hubo quién no aportara su contingente… Y la cueca fue dueña y señora de la medialuna y la ramada.
¿Se atajó? A veces. Más de lo que era dable suponer. ¿Qué importa si el objetivo principal se logró? ¿Qué importa si lo único que anhelan es multiplicar por cien esa afición?
Luis Hernán Reyes Hermann debe sentirse orgulloso. Y nosotros lo estamos, porque lo sabemos uno de los nuestros.
Fernando Silva Molina, Gobernador de la isla, fue el otro artífice. Gobernador, pero más que tal un huaso curicano. ¡Curicano! Es natural que la emoción se le desbordara cuando se inauguró la medialuna.
Entre reglamentos y revistas
¿Cómo evitar la sorpresa? Imposible. Una carta del club del fundo "VITEA", en pascuense, Aguas Blancas, nos solicitaba reglamentos, fotografías, revistas. Jamás los enviamos con mayor afecto.
Pero, ¿basta con tan poco? No. Definitivamente no. Es imprescindible que los huasos de todos los clubes de Chile concurran en apoyo de los huasos pascuenses. En enero de 1970 debe zarpar un barco de nuestra Armada para reaprovisionar la isla. Mostrémosle cómo vibramos con su fervor, pero hagámoslo con obras efectivas. ¿Cómo? Enviémosle aperos. Espuelas, riendas, estribos, mantas, etc. ¿Nueva so viejas? No importa. Todo será bien recibido.
Los buenos propósitos con palabras muertas si no se traducen en hechos efectivos.
Mire estas fotografías. Saque conclusiones. No dudamos que los hechos serán efectivos.
JUVENAL