Anuario 1967: "Solo el recuerdo que te mereces", un homenaje a Segundo Zúñiga
En el Anuario de 1967 de la Asociación de Criadores de Caballares, se rindió un homenaje al destacado jinete Segundo Zúñiga, considerado en esa época el mejor de Chile.
Conocido cariñosamente como el "Negro", brilló con diferentes triunfos a lo largo del país y conquistó el 12° Campeonato Nacional junto a Rodolfo Bustos, en 1960, montando a Por Si Acaso y Broche.
Revisa la transcripción de esta sentida nota, titulada "Solo el recuerdo que te mereces"
No, si no nos íbamos a olvidar de ti, Segundo.
Ni nosotros ni nadie que te vio con el chamanto sobre los hombros, maravillando todas las medialunas de Chile con la magia de tu destreza incomparable.
No, no podíamos olvidarnos, Negro. Aunque materialmente no estés en los escenarios donde el Rodeo siga, espiritualmente te sentiremos entre nosotros, porque mientras se desarrolle la corrida, estaremos recordando a ese jinete de leyenda que eras tú.
En cualquier parte donde haya un rodeo se hablará de Segundo Zúñiga. Aun en las medialunas más pequeñas. En las enclavadas en los risqueríos cordilleranos o las abiertas entre glaciares. O en el sencillo "huireo" costino o en los Campeonatos Nacionales. Nunca faltará el aficionado que emocionalmente diga: ¡Así corría Segundo… semejante a ese era su estilo…!
¡Y qué grandiosa tu atajada final! Has logrado estampar contra las quinchas ese obstáculo tan cargado que pocos jinetes de la vida logran dominar: ¡seguir viviendo en el recuerdo! Lograste el remate perfecto al detener el tiempo. Ese remate que sólo logran los de selección, los que por su capacidad marcan una época en la actividad que desarrollaron.
¡Cuánto hiciste, Segundo, por embellecer el deporte que amabas! ¡Qué hermoso era verte correr y apreciar cómo la técnica la habías transformado en un verdadero arte! Lo lograste, porque eras un jinete diferente, un maestro que no concebía los golpes rudos o las carreras descontroladas; lo lograste, porque tenías un estilo que te permitía el dominio perfecto sobre la cabalgadura sin recurrir a espueleadas innecesarias o dañarla de cualquier otra manera.
Tenías, Negro, ese extraño no sé qué de de los grandes campeones.
Y tenías algo más y tan importante en los verdaderos maestros; no te envanecieron los éxitos. Eras el mejor jinete de Chile; lo fuiste por más de veinte años, pero seguías siendo el mismo muchacho modesto de siempre.
El tiempo, que nos parece tan largo bajo el imperio de la inquietud, es en realidad muy corto cuando miramos hacia atrás el camino recorrido. Pensamos y evocamos. En aquel Rodeo estremeces las quinchas con tu noble caballito blanco, "El Pattito"; en aquel otro haces derroche de coraje en tu viejo coipo, “El Cachorro". Aquí y allá. Retrocedemos y te vemos con Segundo Araya montando aquellas magníficas yeguas picazas de Pedro Juan Espinoza. O en una tarde notable de la Quinta Normal en que con Nano Ramírez, arrasaron con "Faustino" y "Berlina". Pero hasta el tiempo, a veces, se detiene y el tuyo se detuvo en San Carlos, para identificarte como el gran compañero de Rodolfo Bustos. ¿Cuántos triunfo? Sería tarea inútil tratar de contarlos. Era tu compañero y era tu amigo. Y juntos obtuvieron el título de Campeones de Chile, en "Broche" y "Por Si Acaso". Recordamos esa tarde; te vemos con el sombrero en mano responder a los clamorosos aplausos. Reviven los rostros alegres de Galo y tuyo y nos parecer ver cómo los nobles pingos tascan unos frenos malloquinos compartiendo la satisfacción.
Ves, ves que no nos íbamos a olvidar de ti, Segundo.
Algún día alguien escribirá un libro sobre los grandes jinetes del rodeo chileno de todos los tiempos. Muchas de sus mejores páginas serán las que hablen de ti.
¡Segundo, fuiste encarnación del Rodeo…!