Anuario 1952: Poema "Espuelas", de Ignacio Verdugo Cavada
El abogado y literato nacional Ignacio Verdugo Cavada dedicó un poema a las espuelas, tradicional elemento de la cabalgadura del huaso chileno, el cual fue publicado en el Anuario de la Asociación de Criadores de Caballares de 1952.
El autor de obras como "El Copihue Rojo", que ganó fama gracias a su musicalización por parte de Lucho Gatica, entre otros intérpretes, escribió un único libro titulado "El Alma de Chile", que fue publicado en 1961.
Su poema "Espuelas" apareció en la cuarta edición de la Revista publicada por la Asociación y algunos años antes, en 1949, fue replicada su obra "Rodeo", en el primero de los anuarios históricos.
Verdugo Cavada nació el 12 de octubre de 1887 en Concepción, y falleció el 10 de abril de 1970, en Santiago.
Revisa la transcripción de "Espuelas":
Espuelas que vas cantando
y que en el tacón del huaso
por los campos de mi Patria
tienen sabor a tonada,
hoy que a pesar de mis años
tu vibración me entusiasma,
cántame, cántame, cántame
la canción de tus rodajas.
Espuelas que al roto heroico
le ilumináis la jornada
con dos estrellas de acero
sobre el pihuelo de plata,
vosotras, como las penas
en los ijares del alma,
encabritáis a la bestia
cuando la bestia se cansa...
Espuelas de bandolero
que hirviente de amor y audacia
atraviesa los caminos
con la mujer en el anca;
y que va a exponer su vida
en cualquiera encrucijada
llevando por todo escudo
la caja de su guitarra.
Espuelas del Chile viejo
que son la historia que canta;
las del huaso caballero
que es tradición de la raza,
humilde con los humildes
y soberbio si hace falta...
¡ese que se echa su hombría
como un chamanto a la espalda!
Y aquéllas del guerrillero
cuya canción sin palabras
hablaba de Independencia,
de Libertad y esperanzas,
y que las tapias floridas
bajo la luna de plata
solían hablar de amor
cuando no hablaban de Patria...
¡Espuelas evocadoras
de tanta cosa lejana:
los potreros con rocío
y las alamedas largas!
Y ese olor a vacaciones,
a trébol y agüita clara...
¡Y el beso que se pedía
y el que sin pedir se daba!
¡Ay!, espuela de mi tierra,
genuina voz de la raza,
cuando mis ojos se cierran
bajo este sol de mi Patria,
quiero morir escuchando
la canción de tus rodajas!!!
Ignacio Verdugo Cavada