Por Patricia Matus Navarro

La inactividad corralera que se vive en nuestro país por la pandemia debido al Covid-19, ha permitido que algunos criaderos de la Asociación Ñuble generen novedades respecto al personal que trabaja con ellos. Es el caso de la incorporación del joven arreglador Nicolás Alvarez  Rojas (28), oriundo de la zona de El Monte, Melipilla, que se incorporó hace dos meses al Criadero Corrales del Monte, de Carlos Acuña, en San Carlos.

De sus inicios, trayectoria y el arreglo del caballo, nos habló Alvarez en una agradable conversación.

"Mi amor por el Caballo Chileno es de toda la vida. Mi padre es arreglador, yo desde muy cortos años he estado entre las patas de los caballos, después que salí de la Enseñanza Media me dediqué a los caballos, empezando con algunas personas de mi zona", contó.

En relación a sus inicios, dijo: "Fueron difíciles, el arreglo del caballo no es fácil. Yo empecé corriendo en los laborales con amigos, luego me decidí por arreglar".

Esos fueron sus primeros pasos, porque por su deseo de aprender más sobre el arreglo de los caballos, se atrevió a dar un gran paso y trabajar con un grande de la Rienda y el Rodeo: Luis Eduardo Cortés.

"Me vine a Graneros a trabajar con Don Luis Eduardo Cortés, como una manera de lograr mayores conocimientos y experiencia. Con él estuve alrededor de seis años, muy provechosos, logré una mayor consolidación. Después me incorporé a Corrales del Monte".

Respecto a su llegada a Ñuble, señaló: "Un amigo hizo el contacto con don Carlos, conversé con él y se dieron las cosas. En este momento estoy trabajando caballos nuevos, hay hartos, estamos conociéndonos más con Don Carlos y su hijo Pablo".

"El trabajo se realiza con los caballos firmes y los nuevos, estamos avanzando de a poco", agregó.

También se refirió del arreglo del caballo: "Hay que tener mucha paciencia, es un proceso lento, hay que darse el tiempo necesario para realizar un buen arreglo, no apresurarse. Hay que considerar que todos los caballos no son iguales, uno tiene que adaptarse a ellos, uno aprende del caballo y ellos de uno; con cada caballo se van experimentando cosas nuevas".

La prioridad en el arreglo la tiene muy clara. "Lo principal es la boca, a un caballo con buena boca uno puede pedirle y hacer cualquier cosa con él. Para ello siempre será importante una buena amansa, en caso contrario hay que retroceder y empezar de nuevo el proceso. Hay que empezar de a poco, sin exigencias mayores, hay que ser tolerante con él, para que de a poco vaya agarrando el gusto a trabajar", explicó.

Sobre Funcionalidad o Morfología, expuso qué prefiere: "Siempre buscamos ambas cosas, sería el ideal. En la crianza todos apuntamos a eso, hay caballos no muy bonitos pero con mucha Funcionalidad".

El ideal de la edad para sacarlos a correr, también lo tiene claro: "Depende mucho de la etapa de aprendizaje en se encuentre. Puede ser a los cinco o seis años, corriendo en la casa, para que vayan aprendiendo a atajar. De los siete a ocho años en adelante ya están más firmes los huesos, más maduro para salir a correr algunos rodeos".

Sobre el tiempo de trabajo diario para un caballo, opinó que "es alrededor de una hora, no soy de exigirlos mucho, no soy de mucho galope. Me enseñaron a trabajarlos lo justo y preciso, les doy descanso y por la tarde un galope y hasta el otro día. Así les da gusto trabajar, llegan con más ganas. El caballo es muy inteligente, así no se desgastan y agotan".

En cuanto a sus metas en Corrales del Monte, apuntó: "Realizar un buen trabajo, que los caballos se vean bien, ojalá sacar una collera firme e ir avanzando de a poco, para ello se requiere de paciencia".