
El transitar de Patricio Herrera en el Criadero La Sombra de Los Paltos

- Reportaje recopilado de la sección de las Asociaciones del Anuario de la Federación Criadores de Caballos Raza Chilena de 2017.
Nacido en el campo, pero criado en la ciudad, Patricio Herrera Viera siempre tuvo la inquietud de regresar a lo rural y fue por eso que en 1987 compró un campo en la zona de Viluco, en la comuna de Buin. Ahí, siete años después cumplió un sueño y dio vida al Criadero La Sombra de Los Paltos.
Y esa inquietud viene de Herrera prácticamente desde que nació, puesto que su madre y su abuelo sí se criaron en el campo, en la Hacienda Aculeo, tal como él narra.
"Siempre desde niño habíamos estado en la parcela de mi abuelo, quien fue hacendado en la Hacienda Aculeo, donde está el origen de gran parte de nuestro Caballo Chileno, así es que siempre estuvo muy presente el apellido Letelier, porque él era muy cercano a ellos. Después él se fue a Valdivia de Paine, donde se arranchó y donde nació mi madre y ella siempre habló de caballos, porque ella siempre montó y trabajó el campo al lado de mi abuelo de a caballo", cuenta con orgullo Herrera, quien evoca el inicio de su Criadero.
"En 1993 pude comprar una yegua sin buscar mucha información. Sí sabíamos que era inscrita y podíamos pasear en ella, y ya el 94 decidimos empezar a criar caballos, y para eso compramos la potranca Favorable Rinconera y el potro Paico, del Criadero San Manuel de La Punta. Fue así como supimos de a poco de los clubes de rodeo, y me incorporé al Club de Rodeo Valdivia de Paine, donde he sido dirigente", dice.
"Ahí cometimos un error, porque comenzamos a multiplicar caballos sin darle valor a la morfología o a la genealogía. Fue como 'echémosle potros a la yegua, ya echémosle', y lo que salía no me importaba, pero me di cuenta que no era la idea multiplicar, así es que definí tres yeguas de cría para hacer una crianza a pequeña escala. Al mismo tiempo participamos desde el inicio en la creación de la Asociación de Criadores de Maipo, donde también he sido dirigente, y el rodeo quedó más en manos de mi hijo Francisco. El nació con pie bot, y después de las terapias y una operación, él se sumó al tema de los caballos y en la Rinconera pudo participar en rodeos escolares y darme muchas satisfacciones en las medialunas. Es así como esa yegua es la base nuestra, y eso se suma a que nuestro criadero es un tema familiar, siempre pensando en el bienestar del caballo", añade con emoción.
Es por eso que el objetivo de Herrera es ahora "apuntar a tener un criadero chico, buscando una mejor selección. El caballo es el único monumento vivo que tenemos en Chile y ante eso, debemos cuidarlo, y no ser multiplicadores, dado que el año pasado nacieron más de cinco mil caballos".
A la hora de comentar cómo es su caballo preferido, Herrera desliza una crítica: "Los caballos que a mí me gustan tienen una mansedumbre propia de nuestro caballo chileno, y que tengan una estructura mayor a la que hay ahora, para volver al caballo que yo conocí en la Hacienda Acuelo, donde sí habían caballos de una contextura armoniosa, de una mayor estatura... Los campos se han ido reduciendo mucho y para mí, la descendencia del Remehue, por ejemplo llena mi gusto", explica Herrera, quien dice estar en un aprendizaje constante y es por eso que va a todas las exposiciones que es posible, como participante y como observador.
"Las exposiciones me han ayudado a ir aprendiendo, y ahí me di cuenta de que lo estaba haciendo mal, y ahora he ido sumando experiencia, y en ese sentido a uno lo educan para buscar una buena monta o un bien vientre. Creo que en ese sentido la exposición es mostrar lo que uno hace a la sociedad, porque en la casa uno lo puede ver muy bonito, pero en una exposición a uno le dirán 'no te fijaste, y tiene pocos adornos', y yo si hay exposiciones cerca y no puedo participar, voy para mirar y para aprender", explica.