Ricardo Ibáñez Letelier, un huaso ilustre
Por Arturo Montory G.
Ricardo Ibáñez Letelier nació un 22 de agosto de 1930, hijo de Carlos Ibáñez del Campo y Graciela Letelier Velasco. Lugar de nacimiento: La Moneda, el Palacio de Gobierno, porque su padre era el Presidente de Chile en esa época.
Un maestro de la Escuela de Equitación Huasa, autentica y eterna, un cultor acérrimo de ella, excepcional jinete de rodeo, de Pruebas Completas, Barrilete, Caballo de Patrón.
Y además un gran criador en Santa Nieves.
Fundador de la Federación del Rodeo Chileno, integro la Comisión Técnica desde sus inicios junto a Carlos Portaluppi, Jorge Lasserre, Ramón Cardemil, José Manuel Aguirre y Hernán Anguita, siendo su especial preocupación la mantención y difusión de la prueba Movimiento a la Rienda, que siempre le ha costado sobrevivir, de la cual era un eximio practicante.
Fue su maestro el legendario Tomas “Chuma” Celis, arreglador y jinete de los más grandes de “todos los tiempos”, creador de la “cruza del caballo” en el rodeo y de correr despegado de las “costillas”.
Trabajó en el campo de su abuela en Pelarco y fue también su maestro Regalado “Don Jecho” Bustamante, quien fuera Campeón de Chile de rodeo con Roberto Palacios en 1950.
Don “Rica” Ibáñez huaso experto en arreglo, doma, boca, trabajo de campo, y muy buen jinete de rodeo, campaña brillante que efectuó haciendo collera con su primo Ricardo Letelier Pardo, y obtuvieron una gran cantidad de premios en los rodeos de la época y corrieron en Nacionales.
Don “Momo” Moller había escrito un reglamento del Movimiento a la Rienda, que se usó por muchos años y Don “Rica” a partir del 1962 lo perfecciono y se hizo oficial.
La prueba del Movimiento a la Rienda en los Campeonatos Nacionales debiera en su homenaje llevar su nombre, por su constante lucha por mantenerla viva, y nunca dejarla atrás, fueron muchos años de trabajo y pasión por ella, vibraba con la rienda, no concebía un caballo vaquero que no dominara todas las pruebas antes de entrar a la medialuna a correr la vaca.
Jinete fino, muy bien sentado en la montura, buscando siempre la reunión de su caballo y el máximo equilibrio, verlo desplazarse en el apiñadero antes de correr era toda una lección de técnica de la Escuela Huasa.
Contaba como una recordada anécdota que corrió un Nacional de Rodeo haciendo collera con Ruperto Valderrama, en el Batro Nuevo de su propiedad y el Santa Elba Farolito de don Ramon Cardemil, y el potro no tenía compañero y se juntaron y acolleraron en un rodeo de Maipú que ganaron y por ello fue al Nacional.
Perteneció a una generación de grandes cultores huasos, junto a Ricardo Letelier “Don Lete”, “Pahuacho” y Ricardo Espinoza, Abelino Mora, Miguel Lamoliatte, Ramón Cardemil, René Urzua, Luis Mayol, Santiago Urrutia, Samuel Parot, Guillermo y “Coteco” Aguirre, Guillermo Pérez de Arce, Oscar y Sergio Bustamante, Ramon González, Pedro Vergara N.
Tuve la suerte de conversar con él, muchísimas veces desde el 1962 en adelante, porque sabía mucho de equitación en general, de frenos, monturas, riendas, lazos, mantas y chamantos, era un huaso completo, muy caballero y correcto dentro y fuera de los corrales, buscado para jurado, labor que cumplió con gran eficiencia, muchas veces,
Muy amigo de don Miguel Letelier Espínola de Aculeo, se vanagloriaba de hacer sacado de Aculeo el famoso potro bayo Veguero, que don Miguel no quería vender, y fue la base de su crianza en Santa Nieves, donde nació batro Nuevo, Cortesana, Compromiso, Hilandera, Lancero, Pecadora, y el famoso caballo Arrebol y muchos más.
Nos dejó una gran persona, un orgullo para los huasos, alegre, entretenido, gran conversador, de risa fácil, muy poco critico con los demás, solo hablaba de caballos, su gran pasión.
Descanse en paz, su huella no se borrará jamás.