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Algo Sobre Adiestramiento o Arreglo de Caballos a la Chilena

Algo Sobre Adiestramiento o Arreglo de Caballos a la Chilena
Este artículo fue escrito en 1984 por Ricardo Ibáñez Letelier. Nos explica el arreglo de Caballos a la Chilena, inspirándose en el gran maestro Don 'Chuma' Celis (en la fotografía).
Autor:

Por Ricardo Ibáñez Letelier, fuente Anuario Federación de Criadores de Caballos Chilenos y Federación del Rodeo chileno.

Se han querido aprovechar los conocimientos adquiridos al lado del señor Tomás Célis, don 'Chuma', y la experiencia propia de varios años de trabajo  como jinete aficionado.

El adiestramiento o arreglo del caballo, es la adaptación del animal a trabajar con un mayor peso sobre su cuerpo, a obedecer las indicaciones del jinete a través de las ayudas (riendas, espuelas, peso del cuerpo, etc.), y a efectuar los ejercicios que se le exijan en la forma correcta.

Para lograrlo, se necesitan largas sesiones de trabajo, repitiendo los ejercicios hasta obtener la soltura y elasticidad suficiente en la musculatura del caballo, todo lo que constituye una verdadera gimnasia funcional.

  • AMANSA
  • Comienza en los primeros meses de vida del caballo, procediéndose a enjaquimarlos, ponchearlos, manosearlos, arreglarles los cascos, etc.  Se busca que queden 'mansos de abajo'.

    Llegada la edad y desarrollo adecuado, se les hace enriendar y ensillar varias veces hasta que se acostumbren y no extrañen estos aperos.  Luego se hace que los monte una persona liviana y lo suficientemente capaz de sujetarse y saber dirigir el caballo.  El ideal es que no aprenda a corcovear.

    Se ha recomendado no emplear espuelas en estas primeras ensilladas.  Definitivamente no se obtiene ningún provecho concreto con su uso.

    El amansador debe entregar un caballo que no corcovee, que sepa seguir las riendas, abrir puertas, pararse al montar y algunas otras exigencias de acuerdo a las costumbres de su dueño.

  • ARREGLO O ADIESTRAMIENTO
  • Recibido de la amansa, comienza el trabajo del arreglador.

    Como precaución, al montar el caballo nuevo, es conveniente trotarlo en un corral grande, manteniendo contacto suave y permanente con la boca hasta que  'estén brotados' ('comenzando a sudar', para evitar que al espantarse corcovee o haga algún otro disparate.

    Se inicia el trabajo al tranco y luego al trote, buscando que el caballo se apoye en el bocado (guatana) y aprenda a seguir la dirección que se le indica por intermedio de las riendas.  A veces, al principio, ha que ayudarse con la otra mano, colocándola cerca del ojo contrario para lograr este fin.

    Logrados ambos objetivos comienza a buscar al caballo, siempre al trote, en una troya (círculo) grande de 30 a 40 metros de diámetro, trabajándolo a las dos manos sin detenerlo en el cambio.  Lugo es recomendable, efectuar ejercicios tipo serpentina para que el caballo, además de 'seguir las riendas', aprenda también a seguir el peso del cuerpo, éste debe aplicarse en forma moderada, haciendo los cambios con suavidad en tres tiempos:  de un lado al centro y luego al otro lado, evitando así que el caballo se cambie de inmediato al sentir cualquier mínima indicación.

    Poco a poco, el caballo irá adquiriendo más ganas, más entusiasmo, más velocidad en el trote, y, al rayar un ocho, va a querer soltar el galope en las vueltas:  'enhebrar', llamado don 'Chuma', a esta parte del trabajo.  Decía:  'hay que enhebrar primero para coser después'.

    Hay caballos cuya característica es no apoyarse en el bocado y en los que cuesta muco trabajo, al tranco y al trote, para lograr este apoyo.  Es largo y cansador.  El caballo se ve sujeto por las riendas y no quiere avanzar, el jinete debe impulsarlo suavemente y afirmarlo a la vez, hasta lograr el completo apoyo en el bocado.

    Lo importante de esta etapa es que, si no se obtiene el contacto con la boca, el caballo aprenderá a ejecutar los ejercicios a su voluntad y, posteriormente, en cualquier momento se afirmará en el bocado y desobedecerá las indicaciones del jinete.

    En el trabajo de toya al galope, el caballo va a presentar resistencia en las riendas, las que hay que mantener firmes hasta que se siente que el animal cede a la rienda interna, que lleva el mayor peso, momento en que el jinete debe alivianar las manos, y continuar una o dos vueltas más, para luego cambiar de mano.  Debe observarse siempre como cuestión importante evitar cansar al animal.

    La rienda interior, lleva la mayor resistencia y la exterior, sólo mantiene la posición de la cabeza para no exagerar su colocación hacia adentro.

    La duración de esta etapa puede ser bastante larga.  Va a depender de las características del caballo, de su morfología, de su sangre, etc., y se acentuará en los animales clavados adelante:  'manos cortas'.

    Esta pelea con el caballo en troya, para lograr la colocación de la cabeza, ligeramente inclinada hacia adentro 'como mirando la vuelta y siguiendo la rienda', permite, lo que don 'Chuma' llamaba:  'hacerle la boca' al caballo, obteniéndose así una completa obediencia para desplazarse en cualquier sentido, de acuerdo a las indicaciones del jinete.

    Superada esta etapa, el caballo va a empezar a deslizar los posteriores, al sentirla orden de detención a través de las riendas y el peso del cuerpo.

    A medida que se va perfeccionando el trabajo en la troya y obteniendo la correcta colocación de las extremidades, cuerpo y cabeza del caballo:  'lo que más cuesta', decía don 'Chuma', 'es que conviene acortar y agrandar las vueltas para lograr una mayor elasticidad en los posteriores, lo que permitirá, junto con el mayor impulso y la mayor obediencia de la boca, ir cambiando hacia atrás su centro de gravedad y, con ello, la colocación del caballo en los posteriores'.

    También son recomendables las troyas de lazada, en forma de elipse, en las que el caballo se ve obligado a recogerse y estirarse en forma sucesiva, y a aceptar el cambio del peso, sin que signifique cambio de mano.

    Retroceder:  'lo más fácil', decía don 'Chuma'.  Se recoge el caballo suavemente con las riendas parejas y bajas.  Si fuera necesario, con más fuerza, pero ateto al momento que ceda a la rienda y alivianar de inmediato las manos, aunque avance sólo un paso.  Es recomendable, repetir el ejercicio varias veces, pero evitar aburrir al caballo.  Se considera que lo más importante en este ejercicio, es la correcta aplicación del peso del cuerpo, sin cargarlo hacia atrás.

    A estas alturas del adiestramiento, se puede iniciar el trabajo de 'poner' el caballo, es decir, a hacerlo avanzar atravesado como si llevara un novillo.  Es conveniente iniciar este ejercicio al tranco, luego al trote y después al galope.  Se entiende que la exigencia de atraviese, debe ser paulatina y progresiva.

    Conviene tener presente que a veces, el caballo no es que no quiera andar atravesado, sino que tiene dificultades físicas para avanzar con sus manos y patas en esta forma.  Se recomienda, por lo tanto, mucha paciencia y repetir el ejercicio varias veces por períodos de corta duración cada vez, hasta lograr la soltura necesaria en las extremidades.

    Una vez que ha aprendido a ponerse al tranco y al trote, al galope, en una troya grande, se busca suavemente con la rienda de afuera (la de troya), recogiéndola paulatinamente, para lograr que el caballo doble su cuello y coloque la cabeza hacia fuera, manteniendo siempre contacto con la rienda interior y ayudándolo con apoyo de la pierna externa del jinete, para obtener la colocación atravesada del cuerpo del caballo.  Es normal que cueste lograr que se atraviesen como para correr vacas, pero con paciencia y ejercicio, poco a poco, se obtiene la colocación correcta.

    Esta manera de llegar a la postura vaquera, con el caballo que sabe reunirse, presenta la ventaja del avance hacia fuera del círculo que facilita la aproximación del caballo hacia el novillo.

    Una vez que el caballo conoce bien todos estos ejercicios, que es capaz de efectuarlos en forma rápida y correcta, y, además, es capaz de seguir las riendas en cualquier dirección, estará en condiciones de aprender a entrar las patas en velocidad, lo que se considera es, el examen final para ser enfrenado.

    Esta prueba, descrita en el Reglamento de Movimientos de la Rienda, consiste en arrancar el caballo en forma rápida y hacerle entrar las patas en velocidad.  Es recomendable, la primera vez, detener la carrera con suavidad para que el caballo aprenda a colocar las patas.

    Esta prueba, don 'Chuma' la hacía ejecutar sin espuelas.

    LA ENFRENADURA

    Acostumbraba don 'Chuma', después de la entrada de patas, soltar a comer el caballo.  En la tarde, lo pillaba  y lo dejaba amarrado toda la noche a un destorcedor, colocado en el centro de la pesebrera, con una jaquimilla de bozal muy amplio y cabresto liviano.  Con el freno puesto en la boca, sin ninguna amarra, y las cabezadas sobre la jaquimilla.

    Tomaba precauciones para que el caballo durante la noche, no tocara la boca enfrenada en ninguna parte de la pesebrera, evitando de esta forma, lastimaduras o machucones.

    Al otro día, de madrugada, le sacaba el freno, le daba agua y de comer.  Luego, le colocaba el freno nuevamente con las cabezadas sobre la jaquimilla, lo amarraba con una tira que pasaba sobre el mueso y anudaba debajo de la barbilla, quedando libre de la barbada.

    Ensillaba, ojalaba las riendas en el freno y salía a su trajo como si el caballo hubiese andado siempre con el freno puesto, manejándolo de las riendas y buscando nuevamente el apoyo, ahora en el freno.

    La única precaución que tomaba en esta primera etapa de la enfrenadura, consistía en que, al bajarse, lo manejaba del cabresto de la jaquimilla y, al dejarlo solo y amarrado, le sacaba las riendas del freno, para evitar alguna enredada que pudiera lastimarle la boca.

    Pasados ocho a diez días trajinándolo en esa forma, venía lo que don 'Chuma' llamaba 'enfrenar propiamente tal'.

    Esto consistía en trabajar el caballo enfrenado en velocidad, haciéndolo efectuar todos los ejercicios durante dos o tres días seguidos, para luego hacerlo entrar las patas en carrera:  'para que nos e amuece', decía.

    Para todos estos trabajos les amarraba la lengua y el freno.

    Completado todo el proceso indicado, consideraba que el caballo estaba 'terminado' en esta parte del arreglo, y en condiciones para topearlo en un novillo en el campo hasta que aprendiera a seguir y empujar al animal sin perder la postura cuando se le ordenare.  Primero se usaba un novillo manso para continuar, una vez perfeccionado, con un novillo lobo.

    Considerando que el caballo trabajaba bien, lo metía en la medialuna para correr vacas.

    Le gustaba correr el caballo dos o tres días seguidos, uno o dos animales a cada mano.  Después, descanso por algunos días, para luego recogerlo, alivianarlo, afirmar la postura en el novillo manso y correrlo de nuevo:  'para que se amaestre', decía.

    OTRAS CONSIDERACIONES

    Como recomendación general, podría señalarse evitar el uso del bajador. Usarlo en casos muy especiales y por el menor tiempo posible.

    El trabajo sin este implemento, obliga al jinete a mantener un mayor y más suave contacto con la boca del caballo, a tironearlo menos, con lo que se evita que la cabeza se suelte hacia arriba, haciendo más difícil la reunión del caballo (relación cabeza, cuerpo, patas):  'se ablanda la boca y queda pesado el cuerpo', decía don 'Chuma'.

    Usar un bocado de cuero (lazo torcido, suela, etc.), y amarrar siempre la lengua.  El sacarla por encima del bocado, generalmente, va unido a desobediencia y dureza.

    Formas de amarrar la lengua:

    a)      Envolverla independientemente.  Queda sujeta por el bocado o freno.  Tiene la garantía que si se olvida desatarla el caballo puede comer.

    b)      Dar dos vueltas con nudo simple en la parte superior y amarrar debajo de la barbilla.

    Es muy importante que la lengua amarrada conserve su posición natural y no apretar demasiado para evitar lastimaduras.

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